--> Viaje al olvido II

Senderos suben sin bajar perdidos en casi rojas flores. ¿Destino? Casa de patio central y escalones desigual, casa que bordea nadas empinadas, sin cercas, sin alarmas por sonar... Ya hay espíritu de libertad. Algo me decía... Este será tu lugar. (y lo fue). Entre dos ríos que limitan pueblo olvido, ella se presenta -Mirta, mucho gusto- Mujer de trenzas norteñas -Argentinas- Viste siempre mismas ropas roeídas, ofrece hospedaje, regala hogar. La pronta despedida condensan aires sin contaminar. Ella ríe sin consuelo dando bienvenidas con sonrisas ideales no perfectas. Cuenta vida, cuenta historias en banco de árbol partido, mujer guerrera de andar, orgullo de dos duendes y un pinar. Todos nos sentamos jugando al vaivén en precipicios ignorando reloj, ella juega sin reglas (Más que la verdad) a ser adulta real, ella tiene nuestra edad, dos hijos mas casa que cargar (mientras nosotros nos jactamos de "responsabilidades" dejadas atrás).



Dejó adolescencia guardada en placar (todo cruje al caminar), retoma estudios a la par de el, hijo menor de niñez superior. Siete y cinco años tienen, no conocen robos ni asesinos no ven basuras a color, no escuchan FM menos AM. Viven su pureza con imaginación, trabajan (si, trabajan) en huertas verticales comiendo sus frutos cuando al sol ven caer. Y llego yo, y viene el, pequeño dulce Luis. -¿Quiere dibujar usted señor?- Me invitó a mundos de sanas fantasías luego de barrer sus gracias del mantel. Me muestra la granja, entusiasmado, fascinado, diciendome -Agú, agú, mire usté, un zapallito... Pero hay unito nomá-
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Somos par (somos seis) y llega el, Federico con sus magias al andar e historias que contar. Caen lunas, se prenden velas de altar, se encienden -no la luz- si las estrellas, el adiós es tan pronto como viernes le sigue al jueves a las 23:59 horario del este. Me duermo escribiendo verdades imperfectas para regalar a las sombras de velas que bailan sin compás con casi ciegas lapiceras. -Tinchito... Tinchito, despertate, nos vamos...- Me despierta aquel rostro familiar, Analía, de típicas sonrisas matutinas hoy con aires de tristezas despojadas por su llegada partida. Nos abrazamos todos, cada tanto fuimos par, cuatro brazos suman dos entrelazados. Uno a uno los despido, admirando pasiones, dulzuras... Bondades. Bajan sin mirar atrás. Sigo sentado a la derecha del rio, el se golpea el pecho y me señala, ella me grita -Te quiero-, y se van, pero dejan collar y promesas por cumplir, miro el cielo... Miro el cielo esperando pronto encuentro. Distinto el tiempo del viajero, un siglo un mes, un mes eternidad. ¿Y yo? Yo le enseño a dibujar a Luis... Aquel inocente rostro de purezas entonadas. Entró en mi corazón, y no saldrá jamás.

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Su sonrisa con pocos lapices de colores, su sonrisa por dibujar y sus gritos al amanecer -Agú, salió el sol... hoy quiere dibujar conmigo otros cerritos?- me hizo pensar... Con que poco se puede ser feliz. Volver a lo SIMPLE...Pero no todo queda acá... Llega el -Santiago-, y el también -Nicolás-. Y mi vida cambió...
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10 comentarios:

Lazarillo Mochilero dijo...

Justo iba a dejarte un mensaje para que actualices.

Qué imàgenes tan preciosas las del pequeño Luis, tienen una calidez, transmiten pura bondad. Es el rostro típico de una ilustración.

Parte de la historia ya me la habías comentado ¨ANTES¨, de todos modos, me gustó volverla a conocer.

Un abrazo !!

Anónimo dijo...

Ay... Tincho. Solía hacer dibujos parecidos cuando era pibe, faltó tal vez un Tincho que con ternura y orgullo se saque una foto con ellos.

A mi manera, busco también en personas ajenas sentimientos agrios y abatidos que no se resignan a abandonarme, correr y escapar, saco un pasaje y olvido todo, pero finjo, luego llego, los desconocidos me conocen, se encariñan, luego la partida, luego regresar a la familia y la universidad colapsando mi cabeza en un bar, las caras tan escrutadas por otro tiempo mirando a otro lado, y la familia que sigue optando su impunidad. Yo, callado. La cena familiar se inunda de chistes y bullicio, pero casi no los puedo oir, mi tímpano está absorto, me pide libertad, y no puedo hacerlo. ¿Abandonar a quién, Tincho: a la familia, a los compañeros de viaje, o a uno mismo?

E.O.

Caro dijo...

Me dejaste muda Tincho!

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Agus-tincho dijo...

Laza: Pura bondad... Le prometí volver, pero volveré... distinto. Te recomiedno (como ml veces lo hice) qu ehagas ese viaje.

Emi: Estoy sorprendido por su comentario compañero. Captaste la esencia de manera... Sublime. Escapar... de mi y... De la familia. Si sabré de aquello, aquello que tan bien me hizo. Esa libertad buscada y encontrada. Eso mismo. Encontrada. Paz.
Nos vemos E.O

Caro: el silencio es mas ensordecedor que las palabras. :), gracias, ¿estás tomando un té? ajaja. Beso caro!! Hasta proximas charlas!

Tiiiiincho.

Unknown dijo...

Me quedé reflexionando sobre la cantidad de nimiedades que hacen de nuestra vida una montaña de frívolas excusas para no mirar, si sólo vemos nos quedamos ciegos de ternura, gracias por reconectarnos.

Anónimo dijo...

Agustincho:

Hermoso relato, preciosos paisjaes y más lindas sonrisas aún

dan ganas de viajar, de dejar toda la mochila de problemas atrás y enamorarse de nuestra tierra, de la simpleza, del aire...

gracias por pasar por mi blog, bienvenido al barrio y espero verte seguido


ah, y ya que te gusta leer y andás con ganas de viajar, cunado quieras te invito a leer Treinta y uno, una historia que está en octubre en el blog, 31 capítulos, uno por día, donde se relata una aventura por toda la Argentina

saludos

Anónimo dijo...

Hemosos paisajes,...como extraño Argentina!!!....espero poder volver a tocar suelo pronto...
Me encantó tu blog...me pasaré...
Besos

Verbo... dijo...

te comento por aquí que conozco a a alguien que aún está esperando su unicornio azul. ♥

Marian dijo...

Has recorrido un largo camino, muchacho!

javi dijo...

totalmente sorprendido! un abrazo grandee.!
javier.