Crecer en tu ombligo

No se logra detener el relój entre el vientre y su extensión. No se logra cortar el lazo de la sangre compartida, tu latir en mis orejas, tu respiración en mis pies, tu voz en la piel. No se puede olvidar el crecer en tu ombligo ni el nadar en tu cintura, que el cantar haga burbújas y bailar te haga reír... No se puede evitar compartir nuestra locura. Nacemos, respiramos, lloramos, y lo pactamos al mirarnos.
Inmóvil quedó el colchón, no más sabanas que alguna vez fueron mantel, no más risas, sombras alegrías ni canción en esa habitación. No hay gorrión que deje su nido sin temor en su mirada, no hay cigarra que anhele tanto el sol como para dejar su tierra como tampoco hay hijo que se despida sin lágrimas compartidas... (Por eso me escapé), volviste 3 horas 28 minutos después, ya me había ido. No hay mayor melancolía que la partida, del útero y su fruto, del corazón compartido, como vino y guitarra, do y mi bemol sostenido.
Difícil pacto de romper, solo valientes dejarán partir. Son cuatro palabras que dan alas a quien desee volar, dan viento a quien prefiera navegar y sombra a quien camine... Dará amparo al aquél solitario que se anime.
Cae abrupta la soledad al afrontar la eterna no compañía. Unos metros cuadrados, un colchón, un almohadón, un vino y un real adiós era todo lo que había. Gotas de vino pintan la trsiteza, los humos se condensan, copa vacía y ecos del nadie que camina. Todo esta en calma... hasta que sonó.
Está por amanecer, lo noto lo siento, es ese cálido frío matutino, humedecido de rocío. Leo, eterno pasuado, con angustiante alegría; "Sé que es tarde, pero quiero que sepas que te extraño mucho... Pero deseo que seas libre y sobre todo feliz". Miro buscando al nadie con quien compartirlo. No es fácil romper aquél pacto, aquél de almas unidas.
Inverosimíl vuelve la calma del tango escuchado hasta que otra vez sonó. Leo, tardé un poco más... "sos un gran hijo" y finalmente tomó valor, una a una resonó, el mayor pacto de amor que llegó (24 años después)... "Estoy orgullosa de vos, mamá".



.
.
.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Aprender a volar, dejar el nido atrás y descubrir los paisajes de este mundo no es para todos. El precio es alto, sin duda. Y la cuota de corage, infinita.

¡Besotes!

Lucía dijo...

Qué bonito texto.
Igualmente creo que hay cosas que no hace falta decir, ya se sabe quién nos extraña.

Besos

 Mayte dijo...

Siempre hay un lugar dónde nos acuna la más bella canción de amor...siempre una caricia pronta y una sonrisa que solo ella dará, siempre.

Biko grande.

Caro dijo...

Volvió un grande entre los grandes. Me alegro mucho. Me encanta leerte y mientras lo hago pienso, como hace para escribir asi? Como haces??? jaja Un abrazo.

manu dijo...

Con la madre se tiene un vínculo especial, un vínculo que vos narraste con profundidad e intimidad.

“Qué nadie se atreva a tocar a mi vieja, porque mi vieja, es lo más grande que hay…”

Abrazo tincho!